lunes, 15 de abril de 2013

"Es que somos muy pobres" de Juan Rulfo.

¡Buenas! Hoy es lunes, abril 15, 2013 y son las 10:43 pm 
Juan Rulfo
(México, 1918-1986)

Es que somos muy pobres
(El Llano en llamas, 1953)
Cuento completo.

     
        Aquí todo va de mal en peor. La semana pasada se murió mi tía Jacinta, y el sábado, cuando ya la habíamos enterrado y comenzaba a bajársenos la tristeza, comenzó a llover como nunca. A mi papá eso le dio coraje, porque toda la cosecha de cebada estaba asoleándose en el solar. Y el aguacero llegó de repente, en grandes olas de agua, sin darnos tiempo ni siquiera a esconder aunque fuera un manojo; lo único que pudimos hacer, todos los de mi casa, fue estarnos arrimados debajo del tejaván, viendo cómo el agua fría que caía del cielo quemaba aquella cebada amarilla tan recién cortada.
         Y apenas ayer, cuando mi hermana Tacha acababa de cumplir doce años, supimos que la vaca que mi papá le regaló para el día de su santo se la había llevado el río.
         El río comenzó a crecer hace tres noches, a eso de la madrugada. Yo estaba muy dormido y, sin embargo, el estruendo que traía el río al arrastrarse me hizo despertar en seguida y pegar el brinco de la cama con mi cobija en la mano, como si hubiera creído que se estaba derrumbando el techo de mi casa. Pero después me volví a dormir, porque reconocí el sonido del río y porque ese sonido se fue haciendo igual hasta traerme otra vez el sueño.
         Cuando me levanté, la mañana estaba llena de nublazones y parecía que había seguido lloviendo sin parar. Se notaba en que el ruido del río era más fuerte y se oía más cerca. Se olía, como se huele una quemazón, el olor a podrido del agua revuelta.
         A la hora en que me fui a asomar, el río ya había perdido sus orillas. Iba subiendo poco a poco por la calle real, y estaba metiéndose a toda prisa en la casa de esa mujer que le dicen la Tambora. El chapaleo del agua se oía al entrar por el corral y al salir en grandes chorros por la puerta. La Tambora iba y venía caminando por lo que era ya un pedazo de río, echando a la calle sus gallinas para que se fueran a esconder a algún lugar donde no les llegara la corriente.
         Y por el otro lado, por donde está el recodo, el río se debía de haber llevado, quién sabe desde cuándo, el tamarindo que estaba en el solar de mi tía Jacinta, porque ahora ya no se ve ningún tamarindo. Era el único que había en el pueblo, y por eso nomás la gente se da cuenta de que la creciente esta que vemos es la más grande de todas las que ha bajado el río en muchos años.
         Mi hermana y yo volvimos a ir por la tarde a mirar aquel amontonadero de agua que cada vez se hace más espesa y oscura y que pasa ya muy por encima de donde debe estar el puente. Allí nos estuvimos horas y horas sin cansarnos viendo la cosa aquella. Después nos subimos por la barranca, porque queríamos oír bien lo que decía la gente, pues abajo, junto al río, hay un gran ruidazal y sólo se ven las bocas de muchos que se abren y se cierran y como que quieren decir algo; pero no se oye nada. Por eso nos subimos por la barranca, donde también hay gente mirando el río y contando los perjuicios que ha hecho. Allí fue donde supimos que el río se había llevado a la Serpentinala vaca esa que era de mi hermana Tacha porque mi papá se la regaló para el día de su cumpleaños y que tenía una oreja blanca y otra colorada y muy bonitos ojos.
         No acabo de saber por qué se le ocurriría a La Serpentina pasar el río este, cuando sabía que no era el mismo río que ella conocía de a diario. La Serpentina nunca fue tan atarantada. Lo más seguro es que ha de haber venido dormida para dejarse matar así nomás por nomás. A mí muchas veces me tocó despertarla cuando le abría la puerta del corral porque si no, de su cuenta, allí se hubiera estado el día entero con los ojos cerrados, bien quieta y suspirando, como se oye suspirar a las vacas cuando duermen.
         Y aquí ha de haber sucedido eso de que se durmió. Tal vez se le ocurrió despertar al sentir que el agua pesada le golpeaba las costillas. Tal vez entonces se asustó y trató de regresar; pero al volverse se encontró entreverada y acalambrada entre aquella agua negra y dura como tierra corrediza. Tal vez bramó pidiendo que le ayudaran. Bramó como sólo Dios sabe cómo.
         Yo le pregunté a un señor que vio cuando la arrastraba el río si no había visto también al becerrito que andaba con ella. Pero el hombre dijo que no sabía si lo había visto. Sólo dijo que la vaca manchada pasó patas arriba muy cerquita de donde él , estaba y que allí dio una voltereta y luego no volvió a ver ni los cuernos ni las patas ni ninguna señal de vaca. Por el río rodaban muchos troncos de árboles con todo y raíces y él estaba muy ocupado en sacar leña, de modo que no podía fijarse si eran animales o troncos los que arrastraba.
         Nomás por eso, no sabemos si el becerro está vivo, o si se fue detrás de su madre río abajo. Si así fue, que Dios los ampare a los dos.
         La apuración que tienen en mi casa es lo que pueda suceder el día de mañana, ahora que mi hermana Tacha se quedó sin nada. Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes.
         Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.
         Entonces mi papá las corrió a las dos. Primero les aguantó todo lo que pudo; pero más tarde ya no pudo aguantarlas más y les dio carrera para la calle. Ellas se fueron para Ayutla o no sé para dónde; pero andan de pirujas.
         Por eso le entra la mortificación a mi papá, ahora por la Tacha, que no quiere vaya a resultar como sus otras dos hermanas, al sentir que se quedó muy pobre viendo la falta de su vaca, viendo que ya no va a tener con qué entretenerse mientras le da por crecer y pueda casarse con un hombre bueno, que la pueda querer para siempre. Y eso ahora va a estar difícil. Con la vaca era distinto, pues no hubiera faltado quien se hiciera el ánimo de casarse con ella, sólo por llevarse también aquella vaca tan bonita.
         La única esperanza que nos queda es que el becerro esté todavía vivo. Ojalá no se le haya ocurrido pasar el río detrás de su madre. Porque si así fue, mi hermana Tacha está tantito así de retirado de hacerse piruja. Y mamá no quiere.
         Mi mamá no sabe por qué Dios la ha castigado tanto al darle unas hijas de ese modo, cuando en su familia, desde su abuela para acá, nunca ha habido gente mala. Todos fueron criados en el temor de Dios y eran muy obedientes y no le cometían irreverencias a nadie. Todos fueron por el estilo. Quién sabe de dónde les vendría a ese par de hijas suyas aquel mal ejemplo. Ella no se acuerda. Le da vueltas a todos sus recuerdos y no ve claro dónde estuvo su mal o el pecado de nacerle una hija tras otra con la misma mala costumbre. No se acuerda. Y cada vez que piensa en ellas, llora y dice: “Que Dios las ampare a las dos.”
         Pero mi papá alega que aquello ya no tiene remedio. La peligrosa es la que queda aquí, la Tacha, que va como palo de ocote crece y crece y que ya tiene unos comienzos de senos que prometen ser como los de sus hermanas: puntiagudos y altos y medio alborotados para llamar la atención.
         —Sí —dice—, le llenará los ojos a cualquiera dondequiera que la vean. Y acabará mal; como que estoy viendo que acabará mal.
         Ésa es la mortificación de mi papá.
         Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella.
         Yo la abrazo tratando de consolarla, pero ella no entiende. Llora con más ganas. De su boca sale un ruido semejante al que se arrastra por las orillas del río, que la hace temblar y sacudirse todita, y, mientras, la creciente sigue subiendo. El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.

FIN 

El cuento “Es que somos muy pobres” hace parte de la colección El llano en llamas escrito en 1953 por el escritor mexicano Juan Rulfo. En el se relata cómo una humilde familia mexicana campesina es azotada por las inclemencias de la naturaleza, la cual desencadena aun más desgracias que marcan el destino implacable de la hija menor; la prostitución. 
En un día normal, un torrencial aguacero llega sin aviso; era un diluvio que al llevarse todo a su paso dejaba las marcas de una naturaleza ruda e indomable y demostraba así la fragilidad de los seres humanos.
Cuando el hermano de Tacha quien es el narrador y ella fueron a ver como estaba el pueblo, se enteraron de la desaparición de la Serpentina que se la había llevado el río; la Serpentina era una vaca muy linda, con una oreja blanca y otra colorada, esta era el único bien de Tacha, el cual se lo había dado su padre para asegurarle un buen marido que la quisiera y le ofreciera un destino digno. 
Cuando la familia se enteró de lo que le había pasado con la Serpentina, se preguntan por el destino de Tacha, que todos ya presentían; por una parte, su madre inconsolable se daba golpes de conciencia y, por el otro su padre se mantenía sereno, pero ambos se mortificaban con la misma pregunta por qué todas sus desgracias, ¿por qué sus dos hijas mayores se habían vuelto “pirujas”. Ahora comprendían que lo mismo le ocurriría a su hija menor. Algo inapelable en ese momento, un destino que hasta Tacha presentía, pero lo único que podía hacer era llorar, llorar con ganas porque poco tiempo le quedaba para “empezar a trabajar para su perdición”.

Este cuento plasma las desgracias de una humilde familia mexicana campesina, de esa manera Rulfo nos ejemplifica lo que se vivía en los campos Mexicanos durante el fracaso de la Revolución y cómo los campesinos sobreviven en silencio, de una forma infeliz y sin esperanza.


A continuación encontrarás la narración del cuento "Es que somos muy pobres"





Entrevista al escritor Juan Rulfo:





sábado, 13 de abril de 2013

"Un escándalo en Bohemia" de Sir Arthur Conan Doyle

Sir Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle
Conan doyle.jpg
Nombre completoArthur Ignatius Conan Doyle
Nacimiento (Flag of Scotland (navy blue).svg Escocia)
Defunción
7 de julio de 1930, 71 años
Crowborough
(Flag of the United Kingdom.svg Reino Unido)
Ocupaciónnovelistapoeta ydramaturgo
NacionalidadFlag of Scotland (navy blue).svg Escocés
Lengua de producción literariainglés
Lengua maternainglés
GéneroPolicíaco, Ciencia ficción
Obras notablesNovelas de Sherlock Holmes
El mundo perdido
CónyugeLouise Hawkins (1885-1906)
Jean Leckie (1907-1930)
Descendencia5
FirmaArthurConanDoyleSignature.png

Sir Arthur Ignatius Conan Doyle (22 de mayo de 1859)  

                          Arthur Conan Doyle





El escritor Arthur Conan Doyle nació en Edimburgo en 1859. Sus padres, Charles Doyle y Mary Foley educaron a su hijo como católicos que eran, lo que posteriormente crearía conflictos entre padres e hijos al abandonar este la fe en que había sido criado. Educado por jesuitas hasta su entrada en la Universidad para cursar estudios de Medicina, carrera que finalizara en 1881, Conan Doyle sufre una crisis religiosa al comenzar sus estudios universitarios, que provocaría en el futuro escritor conflictos familiares y tensiones espirituales que le hicieron derivar hacia teorías espiritistas que le absorverian los últimos años de su vida. Terminada su carrera, ejerció la medicina entre 1882 y 1890 en Portsmouth y comenzó a escribir, creando el famoso personaje de Sherlock Holmes y de su ayudante, el doctor Watson, iniciando así una serie de obras que duraría hasta el final de su vida.


Pero la literatura no le hizo abandonar su profesión de medico, y como tal participó en la campaña del Sudán (1898) y en la guerra de los Boers(1899-1902) en el ejército británico. Precisamente por la defensa de la política inglesa en Sudáfrica recibió el titulo de Sir.

Al estallar la primera guerra mundial, se alista como simple soldado raso. A partir de la guerra, comienza su relación con el espiritismo, al que dedicó tiempo y energías  publicando en 1926 'History of spiritualism', y defendiéndolo hasta su muerte, que aconteció el 7 de julio de 1930 en Crowborough (Sussex).



Arthur Conan Doyle y su mayor éxito: Sherlock Holmes

Hay escritores que llegan a ser anulados por sus propios personajes, hasta el punto de que todo el mundo llega a saber quien es tal personaje y sus aventuras, pero ignora el nombre completo o desconoce quien es el creador del personaje. Un ejemplo patente de esto es Arthur Conan Doyle.

Portada en ingles de Adventures of Sherlock HolmesSherlock Holmes adquirió tanta popularidad que se llegó a convertir en un mito literario, un personaje de ficción que oscureció a su propio creador. Conan Doyle se convirtió para muchos lectores en una especie de anotador de las historias que el Doctor Watson escribía sobre los casos que Sherlock Holmes resolvía. Un Sherlock Holmes cada vez mas real, y para algunos lectores, personaje verídico  Harto de esta popularidad, que anulaba sus otras obras literarias y hasta su propia personalidad, Arthur Conan Doyle decidió matar al detective, pero pronto comprendería que no le iba a resultar tan fácil  pues tuvo que devolverle a la vida, debido a las multitud de cartas que recibía  quejándose por la muerte del famoso detective. Incluso hubo algunas que lo insultaban, llamándole imbécil. Ante esto, A. Conan Doyle poco podía hacer. Solo resucitar al personaje, para contento de sus lectores. En el relato 'La aventura de la casa vacía' se cuenta la celebre resurrección.

El estilo literario de Arthur Conan Doyle es muy singular. Por ejemplo los personajes: los malos son malos en todos los aspectos, sin ningún rasgo de bondad, y una simple mirada los define. Suelen ser personajes con cejas cejijuntas, rostro casi prehistórico  con rasgos primitivos y mirada fiera, y generalmente son feos y nada atractivos para los demás. Es decir, su aspecto es los que los define. Tal eres, así seras.

Incluso Doyle se permitía hacerse su propia crítica, poniéndolo en boca de Sherlock, al referirse al modo en que escribía el Doctor Watson. En palabras de Sherlock :' Debo admitir que usted tiene una capacidad de selección que compensa sobradamente lo lamentable de sus narraciones, porque con su funesta costumbre de considerar los casos como historias, en vez de como ejercicios científicos  ha arruinado toda una serie de demostraciones instructivas e, incluso, clásicas. Ha menospreciado la habilidad y la delicadeza por extenderse en detalles sensacionalistas, que posiblemente excitarán al lector, pero que difícilmente le instruirán'
También le servia de vehículo sus relatos para hacer crítica social' Es un crimen, una villanía  un sacrilegio, obligar a que un matrimonio semejante continúe unido, y les digo que estas monstruosas leyes de ustedes les traerán un castigo, porque el cielo no puede permitir una maldad tan grande'. Crítica indiscutible a la rígida Sociedad Victoriana que le toco vivir, con sus rígidas leyes anticuadas.
Por ultimo, señalar donde se situaba la acción normalmente: 'Era una noche fría y borrascosa, el viento soplaba cortante a lo largo de la calle y casi todas las personas que transitaban por ella iban envueltas en sus abrigos y gabardinas'. Como se ve, ambientaciones oscuras y frías  Quien puede olvidar ademas, una vez leído los relatos, esos paramos ingleses, siempre envueltos en bruma, y solitarios. Las noches de viento y lluvia, mientras Sherlock y su inseparable Watson, sentados frente a la chimenea, conversan, o simplemente, leen.
Una vez después de muerto el escritor (e incluso en vida del autor hubo algunos) empezaron a surgir una serie de relatos, no escritos por Doyle, que continuaban las aventuras del detective. Ademas, hay que contar las películas que se hicieron basándose en el famoso detective.


"LAS AVENTURAS DE SHERLOCK HOLMES" 


" El caso de La Campana del Big Ben"






"Un escándalo en Bohemia"